Por: Niloy Sengupta
Los sistemas bancarios centrales no son ideales para campañas publicitarias llamativas.
A menudo descritas como tecnología heredada, se trata de aplicaciones de misión crítica que procesan transacciones diarias, actualizaciones de cuentas, etc. Los bancos atraen a los clientes con promesas de comodidad y protección financiera, pero son los sistemas principales los que hacen el trabajo pesado.
Estos sistemas centrales también tienden a presentar barreras cuando los ejecutivos bancarios buscan modernizarse.
Con tanto revuelo en estos días en torno a la transformación en la banca, es útil recordar cómo los sistemas centrales se convirtieron en motivo de discordia entre los altos directivos. En este artículo, ofrezco una mirada retrospectiva para mirar hacia delante y ver cómo los bancos pueden modernizar con éxito sus aplicaciones más esenciales.
El nacimiento de los sistemas bancarios centrales
Los primeros sistemas bancarios centrales aparecieron en la década de 1980, sacando a los bancos de la práctica secular de los diarios y libros de contabilidad escritos a mano.
Los bancos necesitaban la capacidad de gestionar grandes volúmenes de transacciones de forma rápida, fiable y eficiente. Los sistemas bancarios básicos de primera generación1 evolucionaron, ofreciendo centralización, velocidad, escala y fiabilidad. Escrito en lenguajes COBOL, Assembler, PL/I y JCL, estos sistemas eran monolíticos, con un acoplamiento cercano de módulos empresariales interdependientes subyacentes, como clientes, transacciones y productos.
Estas aplicaciones solo admitieron el procesamiento por lotes y la publicación ocurrió al final del día. Los saldos intradía podrían estar disponibles mediante soluciones alternativas como la publicación de notas. En estas aplicaciones, la lógica empresarial y la lógica de acceso a datos se entrelazaron fuertemente,2 y la separación de ambas se volvió difícil.
La segunda generación de sistemas bancarios centrales
A finales de la década de 1980 y principios de la de 1990, los sistemas bancarios básicos de segunda generación ampliaron el mercado a los bancos regionales y más pequeños. Los nuevos sistemas principales introdujeron arquitecturas de nivel N menos costosas que apoyaban el procesamiento en tiempo real y permitieron separar la lógica empresarial de front-end de la lógica empresarial de nivel medio y la lógica de acceso a datos.
Estas aplicaciones solían tener una arquitectura centrada en el producto; los productos eran más fáciles de construir y configurar, y se adoptaban múltiples metodologías de integración.Como las aplicaciones eran más sencillas y su diseño se basaba más en los parámetros, los bancos podían implementar nuevos productos, funciones y precios en un plazo de comercialización más corto.3
El auge de Internet en la década de 1990 impulsó el crecimiento de los cajeros automáticos, las sucursales bancarias y las aplicaciones de banca en línea. La inversión en aplicaciones bancarias centrales se ralentizó considerablemente y los retos de integración entre el front-end y los sistemas centrales no tardaron en aparecer.
Para superar estas limitaciones, los bancos crearon o compraron aplicaciones de middleware orientadas a servicios y basadas en mensajes que permitían una integración más fácil y poco acoplada entre las aplicaciones front-end y back-end. Los marcos del sector, como IFX, FIX y FpML, intentaron proporcionar estandarización e interoperabilidad en todas las instituciones.